lunes, 12 de enero de 2009

Una luz al final del túnel



Se que este blog está dedicado a la Medicina Tradicional China en general y al Masaje Terapéutico Chino en particular, pero hay otros temas que son de interés general que me gustaría tuvieran cabida en este espacio, sobre todo para compartirlos y difundirlos. En cualquier caso siempre estarán relacionados con la ciencia y la medicina comprometidas con la conciencia y la responsabilidad social, que se ocupen de proteger el medio ambiente, la diversidad y la sustentabilidad.


1. El tunel

Hace ya algunos meses que vi un pequeño documental en Internet titulado “La historia de las cosas (The story of stuff)” escrito por Annie Leonard, una experta en materia de comercio internacional, cooperación internacional, desarrollo sostenible y salud ambiental estadounidense. Desde la extracción hasta la venta, el uso y la eliminación, todas las cosas que utilizamos en nuestras vidas afectan a la población, no sólo de nuestro entorno cercano si no de todo el mundo, sin embargo la mayoría de estos procesos no son perceptibles a simple vista. Este documental de 20 minutos de duración muestra la conexión entre un gran número de cuestiones medioambientales y sociales y hace una llamada para que entre todos hagamos un mundo más sostenible y justo. Pero las conclusiones y el análisis de la situación actual me dejo un sabor agridulce. El sistema actual de producción y consumo es lineal y obsoleto y esta sumido en una crisis que ha llevado a las ciudades al colapso. Annie Leonard propone un nuevo sistema de producción y consumo que no desperdicie recursos ambientales y humanos, que sea sostenible, perdurable e igualitario.



2. La luz

El pasado día 10 de noviembre, como siempre a horas intempestivas, se emitió en la 2 de Televisión Española la edición número 19 de la actual temporada de Redes, el programa de divulgación científica dirigido y presentado por Eduardo Punset. El título del mismo era “Innovar copiando a la naturaleza” y aborda el llamado biomimetismo y de cómo el hombre puede orientar su tecnología para copiar los desarrollos de la naturaleza y generar una sociedad más sostenible.
Con casi 4.000 millones de años de experiencia, la vida y los organismos del planeta son un excelente modelo a imitar en el desarrollo de nuestra tecnología. Eduardo Punset charla con Janine Benyus, autora del libro "Biomimicry: Innovation Inspired by Nature", presidenta del Instituto de Biomimética y una de los coordinadores del proyecto “Nature’s 100 Best Technologies”. Dura 27 minutos pero os lo recomiendo efusivamente. A parte de aportar ejemplos increíbles, arroja una luz brillante sobre nuestro oscuro futuro.

domingo, 4 de enero de 2009

Si 150 millones de chinos se ponen agujas será por algo


A continuación reproduzco un artículo escrito por Olga Sobrino que apareció en el Magazine número 137 de El Mundo el 12 de mayo del 2002. Se pueden puntualizar o corregir muchas de las afirmaciones del atículo pero por lo que concierne al Blog me gustaría aclarar que cuando en el texto habla del masaje Tuina dice que «Comprende dos métodos: el palanqueo y el estiramiento» y aunque sean dos técnicas muy importantes dentro de la terapia, hay que aclarar que el Tuina cuenta con más de ochenta técnicas de las cuales hay treinta que son las más empleadas.

Para aliviar dolores musculares y alergias, ventosas sobre la piel; para una parálisis facial, las tradicionales agujas; para eliminar la celulitis, descargas de electricidad. Son algunos de los remedios que utiliza la medicina tradicional china desde hace siglos. Uno de sus embajadores en España, el doctor Hailiang Saebe, nos guía por los tratamientos más sorprendentes de esta forma de sanación ancestral y que tiene cada vez más adeptos.

Curar clavando agujas en el cuerpo puede sonar a cuento chino. Pero un cuento que pervive tras 5.000 años de historia, asentado en la sabiduría de los orientales y en unas técnicas que continúan aplicándose en 2.800 hospitales del gigante asiático. Cada año 150 millones de pacientes se tratan con estas prácticas milenarias.

La medicina moderna, a pesar de sus muchos logros y avances, no siempre resuelve nuestros problemas. En occidente, cada vez más personas buscan los remedios de la homeopatía y de otras técnicas naturales, atraídos por sus buenos resultados, costes bajos y escasos efectos secundarios.

Su eficacia en la prevención y curación de enfermedades –según la Organización Mundial de la Salud, la acupuntura logra un alto nivel de eficacia en 43 enfermedades comunes y alivia los síntomas en otras 104– ha extendido su influencia por todo el mundo. Los medicamentos chinos elaborados con plantas medicinales se exportan a más de 130 países y aportan anualmente 680 millones de euros a su economía.

La acupuntura está indicada para paliar dolores, en general, y sobre todo jaquecas, artritis, apoplejía, parálisis cerebral... Además, en muchos casos, se utiliza para fortalecer el sistema inmunológico y calmar las secuelas de algunos tratamientos como la quimioterapia.

El doctor Hailiang Saebe es un experto acupuntor con más de 30 años de experiencia. Desde hace una década ejerce en España, donde ha instalado su propia clínica y da clases en la Escuela Superior de Medicina Tradicional China de Madrid. Según Hailiang, es importante entender lo que hay detrás de estas técnicas. No son unas simples recetas que devuelven la salud. Hay una fuente de pensamiento, el taoísmo, que concibe a la persona como un todo, porque en Extremo Oriente filosofía y ciencia caminan de la mano. Es una medicina integral, sin especialidades, que estudia al paciente de modo global.

Su particular visión del ser humano –compuesto por tres niveles de existencia: el físico (Jing), el energético (Qi) y el espiritual (Shen)– explica la terapeútica china: cuando los tres están en armonía, se goza de buena salud. Son precisamente la armonía y el equilibrio dos valores muy apreciados en una civilización que sigue conciliando tradición y modernidad.

La medicina china centra su explicación en la energía, el Qi o Chi. Circula en el cuerpo humano a través de 14 canales energéticos, llamados meridianos, cuya función es nutrir a los diferentes órganos internos. “La vida del hombre es el resultado de la concentración de la energía. Si ésta se concentra aparece la vida, si se dispersa sobreviene la muerte”, reza una sentencia del sabio Zhuang Zi. Tiene dos polaridades que se enfrentan: el yin y el yang. Ambos se representan por medio de una esfera dividida en dos mitades: una blanca y otra negra.

Los chinos explican la enfermedad como un “desequilibrio entre dos fuerzas antagónicas y complementarias: el yin (frío, noche) y el yang (calor, día)”, aclara Hailiang. Para restablecer la armonía del cuerpo, la milenaria medicina china ha conservado un numeroso grupo de técnicas, enriquecido con el paso del tiempo. Desde la acupuntura, moxibustión, dietética, aplicación de ventosas y plantas medicinales, hasta la práctica del Tai Chi o Chi Kong (ejercicio para fortalecer músculos, huesos y mejorar la circulación de la sangre), Tui Na (masajes) o el estudio de la influencia del lugar donde se vive (Feng Shui).

Según Hailiang, “para tratar una misma enfermedad se deben emplear como máximo tres de estas técnicas”, evitando así que los efectos beneficiosos de cada una de ellas puedan neutralizarse. El método más completo es la fitoterapia (plantas medicinales) porque “trata lo interno y externo. Aunque para paliar el dolor y si hay insuficiencia de yin, lo mejor es la acupuntura; pero ante insuficiencia del yang, lo más efectivo es la moxibustión”.

A diferencia de la medicina occidental, hacen más hincapié en la prevención que en la curación. “El gran terapeuta saca la enfermedad antes de que aparezca”, sentencia un sabio consejo chino. Los médicos no emplean radiografías, resonancias magnéticas o análisis de sangre para diagnosticar el mal. Durante siglos han cultivado la sensibilidad –dicen que la falta de recursos agudiza el ingenio– en la mente, en el olfato, en los ojos, en los oídos y en el tacto para buscar cualquier anomalía.

Utilizan cuatro métodos para realizar un diagnóstico. El primero es la observación. La expresión facial, los movimientos y la postura del cuerpo, el habla, la respiración y hasta el cabello son fundamentales para el médico. Después, a través de un examen más atento estudiará los ojos y la lengua (importan el color, la forma y los movimientos). El segundo elemento es la palpación. “Las manos perciben o encuentran lo que la mente no puede entender”. Además de presionar distintas partes del cuerpo, los médicos emplean la pulsología (tomar el pulso en las muñecas). Técnica que se ha desarrollado extraordinariamente en una cultura en la que no estaba permitido desnudar al paciente femenino ni palparlo, sólo se permitía tocar hasta los codos e incluso utilizaban una estatuilla de cerámica o de madera para señalar las zonas del dolor. Los terapeutas son capaces de conocer la gravedad de una enfermedad con sólo tomar el pulso, detectando el exceso o defecto de energía o el órgano más afectado.

El tercer método es la auscultación. El médico va oliendo las emanaciones y secreciones corporales y escucha cómo tose el paciente. Finalmente, la interrogación, al igual que la homeopatía, se vale de preguntas personales sobre las relaciones con el entorno social y laboral. De esta forma, adquiere un conocimiento no sólo físico sino también psicológico del paciente. “No hay enfermedades sino enfermos”, concluye Hailiang. Es imprescindible para aplicar el tratamiento adecuado conocer su entorno emocional, sus hábitos de vida, las comidas, el descanso o el sueño.

Estas fotografías procedentes de Dalian, una ciudad de la provincia de Liaoning, en el noreste de China, muestran las distintas técnicas que se emplean en los hospitales del país.


1. Puros de moxa y humo. La técnica consiste en moldear una especie de puro de papel con moxa (hierba seca de una planta conocida como Artemisa Vulgaris o Sinensis) de unos i5 centímetros de largo, encenderlo, y después aplicarlo cerca del punto de acupuntura, evitando quemar la piel. El número de aplicaciones dependerá de la dolencia y las características de la persona, especialmente su aguante al calor.

Existen una gran variedad de puros de moxa: huecos –con un orificio central a lo largo del mismo que funciona a modo de chimenea invertida– largos, cortos y cortos adhesivos.

La diferencia con otras técnicas de moxibustión es que en ésta el propio paciente se aplica el calor, a través de los puros de moxa, calentando los puntos de dolor donde se sitúan las agujas.

Se debe evitar la aplicación directa en algunas zonas, por ejemplo la cara, en pieles sensibles, o cuando el paciente tenga fiebre o hipertermia. Puede ser contraproducente para personas diabéticas.


2. Moxibustión. Se emplea desde hace más de 3.000 años. Su nombre va unido al de acupuntura (Zhenjiu, Zhen significa aguja y jiu calor). Consiste en quemar la moxa –un pequeño cono de artemisa que se coloca en el extremo superior de la aguja– donde el calor de la combustión va penetrando a través de las agujas al cuerpo del paciente. Esta planta, conocida en la fitoterapia occidental por sus virtudes tonificantes y excitantes, se recoge a comienzos del mes de junio, y se deja secar al sol. Se machaca en morteros, eliminando las partes más gruesas, hasta que se obtiene un polvo denominado lana de moxa. Éste arde lentamente emitiendo un infrarrojo de corta longitud de onda, que se aglomera para fabricar conos, puros o moxas huecas que facilitan su aplicación.

La moxa se puede colocar en el extremo superior de las agujas o aplicarse directamente sobre la piel. El tiempo que tarde el cono en quemarse depende del tamaño: los conos grandes de 15 a 20 minutos, y los conos pequeños de 5 a 10.

Se utiliza para calentar lo frío, tonificar la debilidad, fortificar la energía vital y estimular la energía yang. Los chinos afirman que las moxas, menos energéticas que las agujas, convenían más para los niños, los viejos, y en general, para enfermos muy debilitados o de excesiva delgadez. Su efecto descongestionador y anti inflamatorio va muy bien para la artrosis.


3. Ventosas. Se sirve de unas tazas de vidrio redondas (también pueden ser de bambú o plástico), cuyo tamaño depende de la enfermedad y de la zona de aplicación, para activar la circulación de la sangre y el Qi. Se esteriliza la piel con alcohol y a continuación, se pincha ligeramente con la aguja flor de ciruelo. Cuando brota algo de sangre, se aplica la ventosa encima del punto específico, creando una succión que provoca la equimosis (hematoma).

Otra forma de aplicación consiste en untar la espalda con una sustancia lubricante y, a continuación, se coloca la ventosa hasta que aparezca una mancha roja, momento en el cual se retira.

Deben permanecer un tiempo máximo de cinco minutos, aunque en ocasiones, basta con unos segundos. Hay que tener especial cuidado en pieles muy sensibles porque pueden producir ampollas. Nunca se debe sacar a la fuerza; basta presionar con la mano la piel del borde de la boca de la ventosa.

Inmediatamente después de la aplicación aparecen unos pequeños moratones, como hematomas, que apenas causan dolor. Pasados unos días, se van aclarando hasta que en una semana, aproximadamente, desaparecen de la piel. Están indicadas para aliviar dolores musculares, cervicales, lumbalgias, y para tratar resfriados y alergias. En el vientre se emplean para corregir disfunciones gastrointestinales.


4. Acupuntura. Consiste en introducir agujas especiales en puntos clave del organismo. Según la medicina china, el cuerpo humano está surcado por una red de canales por donde circula la energía, que se relacionan con los órganos internos; por eso, cuando la aguja se inserta en un punto determinado se estimula la circulación de la sangre.

El instrumento básico de la acupuntura es una aguja de acero inoxidable –hace 2.000 años eran de bambú o espinas de pescado–. Consta de un pequeño mango y de un cuerpo cuya longitud varía de 1,2 a 6,3 centímetros. El tamaño de las agujas depende del lugar del cuerpo en el que se van a insertar, y de la constitución de la persona; las más largas, de 15,2 cm., se usan en zonas donde se acumula la grasa (especialmente en glúteos), abdominales y zonas musculosas, y las pequeñas para rostro, manos y pies.

El área elegida para la punción se esteriliza con alcohol. Aunque existen diversas formas de introducir la aguja, la inserción se realiza de forma rápida. Una vez que se ha introducido en el punto adecuado se gira lentamente, metiéndola y semisacándola. Otra forma consiste en hacer vibrar la aguja mediante ligeros movimientos de avance y retroceso.

En la fotografía, la paciente se ve aquejada de una parálisis facial periférica. Además del rostro, se punzan esos dos puntos de la mano, específicos para paliar este tipo de dolencias.


5. Puntos de acupuntura. Se conocen unos 2.000 puntos (aunque las autoridades sanitarias chinas hablan de 361). El número de punzamientos depende del diagnóstico. En cada sesión, se utilizan como máximo unas 12 agujas, pero los buenos médicos se valen de dos o tres. La introducción de éstas es subcutánea, con cuidado de no tocar venas, arterias o algún órgano vital, y se dejan puestas una media de 30 minutos.

Cuando la aguja penetra en la piel, puede causar un pequeño hormigueo. Al cabo de los 15 segundos, al girarla, el paciente nota un calambre o una sensación de frío y calor, que aumenta hasta producir un ligero dolor. Esto indica que se ha llegado al punto, es decir, se ha estimulado el Qi.

No todas las zonas duelen por igual; hay puntos más sensibles (alrededor de la oreja) o partes del cuerpo (manos, pies y sobre todo en los dedos) donde hay un gran número de terminaciones nerviosas. Influye además la situación anímica de la persona y su resistencia al dolor.


6. Electroacupuntura. Esta técnica complementaria de la acupuntura utiliza una máquina de electricidad de corriente alterna –porque la continua puede quemar la piel– conectada a las agujas con el objetivo de estimular los puntos de energía. Gracias a su efecto sedante, resulta idónea para calmar dolores y parálisis, y obtiene muy buenos resultados en aplicaciones estéticas (eliminación de celulitis).

En la fotografía, la máquina de electricidad tiene diferentes salidas –puede ser utilizada por varias personas a la vez– y en este caso, trata de estimular áreas del cerebro. Aunque sean corrientes mínimas, es un buen procedimiento para corregir disfunciones, ya que actúan modificando el potencial de electricidad de las células. En China, estas técnicas se aplican por igual a grandes y pequeños, y aunque no es fácil que los niños se estén quietos, esto se consigue gracias a una férrea disciplina.


7. Lámpara de infrarrojos. Tiene la misma función que la moxa: dar calor, pero con la ventaja de no producir humo, que siempre es más molesto para el paciente, y el poder programar el tiempo que se desee. Su limpieza hace que sea uno de los métodos complementarios de la acupuntura más usados en Occidente, aunque la moxa sigue siendo el más popular en Oriente, sobre todo en países húmedos como Japón.

Esta lámpara de ondas térmicas se utiliza junto a otros tratamientos como el de las ventosas para disminuir dolores intensos, ciáticas por ejemplo. En la imagen este sistema se aplica junto al de la acupuntura en una parálisis facial.


8. El masaje chino o Tuina. Terapia efectiva que alivia los efectos de la artrosis, neuralgia, osteoporosis o lesiones de tejidos blandos, cuya función es reajustar la circulación del Qi y el Xue (sangre). El masaje terapeútico se utiliza como método de relajación para preparar la zona sobre la que se va a actuar. El médico desliza las manos presionando con los dedos una zona del cuerpo, o pellizcando y golpeando con el puño. Se trata de conseguir la distensión de la zona muscular.

Comprende dos métodos: el palanqueo y el estiramiento. Éste último funciona muy bien en pinzamientos; consiste en tensar el cuello separando las vértebras de la columna como máximo un minuto, según el aguante de cada persona. Puede hacerse manualmente, o mediante una polea, en la que el mismo paciente hace de contrapeso.

La fotografía muestra la técnica de palanqueo, en la que el médico mueve de derecha a izquierda la cabeza del paciente mientras va colocando las vértebras. Se usa un paño para evitar el contacto con la piel. En China, por pudor, no se desnuda al paciente.


9. El “secador”. Consiste en dar calor a la zona afectada por el dolor. En ésta se aplica un pequeño ungüento elaborado con plantas medicinales que tenga efecto antiinflamatorio, como Auranti Form (Shu Gau Piau), una variedad de cítrico que funciona muy bien como analgésico y que activa la circulación de la energía y de la sangre. El propio enfermo se aplica calor con un secador especial que lleva en su interior un dispositivo (similar a una bolsa) con medicamentos que se transmiten al cuerpo a través del aire.

© Mundinteractivos, S.A.

Video del Seminario de Tuina


Aquí os dejo un pequeño fragmento de lo que fue el seminario de Tuina que han publicado en youtube desde Practitioner’s Register y han puesto a disposición de todas las personas deseen visualizarlo.