viernes, 19 de septiembre de 2008

Conociendo la ciudad. 1ª parte


Llevo cuatro días y hoy martes 16 acabo de empezar las clases. En estos cuatro días he estado conociendo la ciudad o por lo menos sus lugares más miticos. El primer día fui al llamado Mercado de la Seda. Un edificio de cinco pisos lleno de puestos dispuesto especialmente para un turista pardillo con cara de haberse bajado del avión hace un rato como yo. Nada más entrar te hueles el percal de lo que te espera por alli. En cada puesto hay una o dos chinas (muy jovenes por lo general) que te asedian y te acosan a base de bien. “Amico, espaniol, guapo”… te agarran del brazo y te meten dentro del puesto sin posibilidad de escape. Claro, que tu, no sabes que hacer con tu sonrisa de tonto y diciendo “no, gracias”. Pero ellas como quien oye llover hasta que ya te empiezas a mosquear ligeramente y le pegas un tirón del brazo para soltarte y huir despavorido. Tu tranquilidad dura unos segundos, en cuanto pasas de otro puesto y la dependienta se percata de que has echado una mirada furtiva a cualquiera de los articulos de su puesto has vuelto a caer en las redes.

Pero eso sólo es el principio, la pelicula empieza cuando se te ocurre preguntar “¿cuanto cuesta?”… pufff… La respuesta siempre es la misma, “balato, balato para ti”. Te saca una calculadora de números descomunales (para que no haya dudas) y te escribe una cifra de tres o cuatro digitos… el regateo ha comenzado. El precio suele caer hasta una cuarta o quinta parte. Lo que al principio me venia costando 280 yuanes me lo lleve por 60 yuanes (o sea, 6 Euros)… increible. Tienes absolutamente de todo: Ropa, calzado, aparatos electrónicos, gafas de sol, relojes… etc. y todo de “marca”. Algunas falsificaciones estaban más o menos bien y otras eran de risa. Lo más llamativo eran los relojes… jejeje… los Rolex por 12 Euros.

Que pena que en la maleta sólo permitan 20 kilos.

Ese mismo día por, la tarde, cambiamos totalmente de registro y nos fuimos a “El Templo del Lama” es una construcción del siglo XVII que fue residencia de Yong Zheng, hijo del Emperador Kang Xi hasta que en 1723, se convirtio en nuevo Emperador. La tradición es que la casa en la que vive el Emperador se convierta en Templo despues de ser investido, así que paso a ser una lamasería (monasterio de monjes budistas tibetanos y mongoles). Estuvo cerrado durante la Revolución Cultural y se salvo de la destrucción para reabrir sus puertas en 1980.

El templo está formado por una serie de patios y palacios con pabellones a los lados. En cada recinto se disponen distintas divinidades a las cuales van a rezar los lugareños. La atmosfera transmite bastante paz con un intenso olor a incienso que los visitantes queman en los lugares dispuestos. Llama la atención que los monjes parecen más guardias de seguridad que otra cosa. Aunque vayan ataviados con sus hábitos rojos y amarillos y sus cabelleras rasuradas custodian los palacios para que no se hagan fotos en las zonas cubiertas que es precisamente donde se encuentra lo más interesante. Lo más impresionante lo encuentras en el último recinto, el pabellón Wanfu, con una estatua de Buda de 23 metros.

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